jueves, 19 de enero de 2017

Yo renuncié

Cuando supe que un tercer bebé venía en camino yo decidí renunciar; renunciar a un trabajo que me daba estabilidad económica, proyección de crecimiento profesional y un futuro asegurado. Pero, ¿qué de la estabilidad emocional, el crecimiento humano y el futuro de mis hijos? Renuncié a vivir con lujos para vivir con ellos, renuncié a ser parte de una comunidad de mujeres trabajadoras para tener una comunión directa con mis hijos. Renuncié a una posibilidad de crecer profesionalmente para ver crecer a mis hijos. Renuncié a ser espectadora y decidí ser protagonista en la vida de mis pequeños. Renuncié para estar ahí donde ellos están, conocer a sus amigos, saber qué ven, qué hacen, qué y cómo aprenden.

No me interesan las estadísticas sobre lo exitosos que mis hijos podrías ser si yo trabajara, no me interesan las habilidades que pueden adquirir en la guardería, no me interesa no tener la casa de mis sueños, un carro o las vacaciones de lujo. Me interesan ellos, solo ellos.

Renunciar no ha sido fácil, renunciar me ha costado lágrimas, sacrificios, sueños y planes pospuestos. ¡Pero no me importa! Me importan ellos, me importa lo que estoy sembrando en ellos ahora,  me importa cumplir con la tarea más importante que Dios me ha dado: SER MADRE. 

Y no soy una madre perfecta, me he equivocado muchas veces y sé que lo seguiré haciendo pero me siento tranquila y contenta de saber que estoy aquí, en casa, con ellos, observando de cerca, creciendo juntos, enseñando y aprendiendo, amándonos.